La disfunción eréctil como la incapacidad persistente o recurrente para obtener o mantener una erección.

A pesar de la importancia que tiene esta disfunción sexual, suele ser un problema infradiagnosticado debido al tabú existente en torno al tema y a que se trata de una afectación que no pone en peligro la vida del paciente, de manera que el médico no la incluye habitualmente en la anamnesis.

Sin embargo, constituye un síntoma centinela de otras patologías subyacentes tales como diabetes, arteriosclerosis o hipertensión arterial que sí se asocian a elevadas tasas de morbimortalidad.

La disfunción eréctil tiende a ser más común a medida que se incrementa la edad del varón, por lo que su presencia en el colectivo anciano adquiere una magnitud nada despreciable. Sin embargo, la realidad es que las personas mayores tienen que enfrentarse a un prejuicio social muy extendido que les niega la posibilidad de vivir y expresar su sexualidad.

La disfunción eréctil se define como la incapacidad persistente o recurrente para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual, aunque este concepto no tiene en cuenta si la relación sexual es satisfactoria o no.

Se trata de uno de los problemas de salud crónicos más frecuentes en varones mayores de 40 años, y afecta tanto a la calidad de vida de quien la padece como a la de su pareja.

Disfunción Eréctil o Impotencia sexual.

En el lenguaje popular, los términos «disfunción eréctil» e «impotencia sexual» se consideran sinónimos; no obstante, a nivel clínico se prefiere el primero, pues hace referencia a un problema de erección, mientras que el segundo puede incluir otras disfunciones sexuales (alteraciones de la eyaculación, falta de deseo sexual y anorgasmia) que interfieren en el coito.

Cualquier afectación neurológica que interrumpa la conexión pene – médula espinal – centros cerebrales superiores podría ser capaz de provocar un cuadro de disfunción eréctil

Definición de la OMS

Según la Organización Mundial de la Salud, se habla de disfunción eréctil cuando existe una incapacidad recurrente o permanente (durante al menos 6 meses) para conseguir o mantener la suficiente rigidez del pene, de modo que permita una relación sexual satisfactoria.

La Segunda Consulta Internacional sobre Disfunciones Sexuales, celebrada en París en el año 2004 definió la disfunción eréctil como la incapacidad recurrente o permanente para conseguir o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria.

Las 2 últimas definiciones incluyen varios puntos fundamentales:

incapacidad para conseguir una erección, imposibilidad de mantener la erección y satisfacción en la relación sexual.

Aunque la OMS establece una duración mínima de 6 meses para establecer el diagnóstico de disfunción eréctil, numerosos autores reducen esa temporalidad a 3 meses.

Epidemiología de  la disfunción eréctil

Actualmente se dispone de suficientes datos epidemiológicos como para señalar que la disfunción eréctil constituye una alteración con elevadas tasas de incidencia y prevalencia a nivel mundial.

Los estudios epidemiológicos de mayor calidad se citan a continuación:

  • MMAS (Massachusetts Male Aging Study) realizado en 1994 en EEUU; la prevalencia de la disfunción eréctil en varones con edades comprendidas entre 40 y 70 años es del 52%.
  • EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina) efectuado en 2001 en España; en varones con una edad comprendida entre 25 y 70 años, la incidencia de la disfunción eréctil es del 12%.
  • SURVEY-BOXMEER llevado a cabo en los Países Bajos en 2001; las prevalencias globales y estratificadas, tanto por gravedad como por edad, son similares a las encontradas en España.

Esta disfunción sexual está íntimamente ligada a la edad y a las patologías de origen vascular. En este sentido, en el 60% de los pacientes con disfunción eréctil, hay una afectación vascular más o menos manifiesta.

Con relación a la edad, se estima que aproximadamente el 7% de los varones menores de 40 años sufren esta alteración; la incidencia aumenta hasta el 35% en varones mayores de 50 años, alcanzando cifras próximas al 65% por encima de los 70 años.

Etiopatogenia. Causas que pueden originar una disfunción de la erección.

En la actualidad se dispone de una fuerte evidencia sobre los factores de riesgo implicados en la génesis de la disfunción eréctil. Tales factores son los siguientes: edad, patología circulatoria, enfermedad neurológica, alteraciones endocrinas y metabólicas, estilo de vida, hábitos tóxicos, farmacoterapia, traumatismos y cirugía pélvica.

Seguidamente se analizan los diferentes factores etiológicos de la disfunción eréctil:

• Edad: la disfunción eréctil es una alteración edad-dependiente, que se engloba en las disfunciones sexuales del varón anciano, junto con el deseo hipoactivo, la anorgasmia, el priapismo, la disfunción eyaculatoria y la anormalidad anatómica peneana. Su prevalencia y su gravedad se incrementan a medida que lo hace la edad del varón; no obstante, la edad no debe considerarse un motivo para negar al paciente una opción terapéutica.

• Patología circulatoria: un porcentaje nada despreciable de casos de disfunción eréctil tienen su origen en una patología vascular y dicha asociación está claramente establecida. En este sentido, la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertensión, la enfermedad vascular periférica, el descenso del HDL-colesterol y las cardiopatías son factores de riesgo para esta disfunción sexual, cuya correlación está totalmente admitida. Su posible mecanismo de acción sería una insuficiencia vascular.

De hecho, la severidad de la disfunción eréctil está estrechamente ligada al número de factores de riesgo cardiovascular y a la propia gravedad de la enfermedad coronaria. Es más, en pacientes con enfermedad coronaria ya establecida, los síntomas propios de la disfunción eréctil anteceden a la sintomatología coronaria en un período de tiempo comprendido entre los 24 y los 36 meses. Es por ello que algunos autores se plantean la posibilidad de considerar esta disfunción sexual como un marcador de enfermedad coronaria subclínica.

 Enfermedad neurológica: cualquier afectación neurológica que interrumpa la conexión pene-médula espinal-centros cerebrales superiores podría ser capaz de provocar un cuadro de disfunción eréctil.

Así pues patologías tales como la enfermedad cerebrovascular, las neuropatías autonómicas (diabetes, enfermedad de Parkinson, atrofia multisistémica), enfermedad de Alzheimer, lesiones medulares, epilepsia o síndrome de las piernas inquietas pueden originar una disfunción eréctil.

• Alteraciones endocrinas y metabólicas: la diabetes puede actuar como factor etiológico de esta disfunción sexual a través de diversos mecanismos de acción (vascular, neurológico…).

Patologías tales como las alteraciones tiroideas (hipo e hipertiroidismo), la hiperprolactinemia, el hipopituitarismo y el hipogonadismo, entre otras, se asocian a disfunción eréctil por varios mecanismos de acción.

Los factores de riesgo implicados en la génesis de la disfunción eréctil son los siguientes: edad, patología circulatoria, enfermedad neurológica, alteraciones endocrinas y metabólicas, estilo de vida, hábitos tóxicos, farmacoterapia, traumatismos y cirugía pélvica.

• Estilo de vida y hábitos tóxicos: el tabaco también es otro factor etiológico de la disfunción eréctil, habiéndose comprobado que existe una estrecha relación entre tabaquismo, arteriosclerosis, enfermedad coronaria y la citada disfunción sexual. Su acción sería debida a una disfunción del endotelio peneano.

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El alcoholismo crónico incrementa igualmente el riesgo de sufrir una disfunción eréctil, actuando por diversos mecanismos: afectación hepática y testicular, alteración de los niveles sanguíneos de ciertas hormonas, etc…

• Farmacoterapia: en no pocos casos, la disfunción eréctil aparece de forma secundaria al consumo de ciertos medicamentos que el paciente pueda estar tomando para tratar diversas comorbilidades (tabla I).

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• Traumatismos: los traumatismos pelvianos, perineales y peneanos también favorecen el desarrollo de disfunción eréctil. Es el caso de la fractura pelviana que puede generar rotura uretral y ésta, a su vez, provoca la disfunción eréctil.

Los traumatismos perineales cerrados, también pueden ser causa de disfunción eréctil, en este caso debido a un daño vascular que compromete el aporte arterial.

Los traumatismos que tienen lugar con el pene en erección (fuerza de compresión circular o fuerza que provoca un brusco doblado), en la medida en que dañan las estructuras que permiten dicha erección, pueden causar igualmente disfunción eréctil.

• Cirugía pélvica: intervenciones quirúrgicas como la prostatectomía radical, la cirugía colorrectal radical, la orquiectomía bilateral y la neurocirugía sobre la médula espinal pueden provocar secundariamente un cuadro de disfunción eréctil.

Otros factores de riesgo,

A continuación se analizan otros factores de riesgo, cuya importancia en la etiología de la disfunción eréctil está siendo aceptada paulatinamente. Tales factores son los siguientes:

 Síntomas del tracto urinario inferior: la existencia de hipertrofia prostática parece relacionarse con una mayor posibilidad de sufrir disfunción eréctil. La prevalencia de esta disfunción sexual se incrementa con la gravedad y síntomas de la mencionada hipertrofia. Los datos disponibles triplican el riesgo de disfunción eréctil en pacientes con sintomatología prostática, respecto a varones de igual edad, pero sin problemas urinarios.

 Enfermedades sistémicas: se incluyen aquí patologías tales como insuficiencia hepática, insuficiencia renal crónica, hemocromatosis, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, esclerodermia, esclerosis múltiple, síndrome de apnea obstructiva del sueño, sida y neoplasias, entre otras.

• Alteraciones psicológicas y sexuales: este apartado incluye una serie de alteraciones y trastornos, que de una forma u otra, influyen o favorecen la aparición de disfunción eréctil. Tales alteraciones son las siguientes:

  • Depresión, ansiedad, estrés psicológico.
  • Baja autoestima, problemas con la propia imagen.
  • Problemas en el entorno laboral o social.
  • Problemas de pareja.
  • Factores ligados al desarrollo y la educación sexual: educación sexual muy restrictiva, traumas sexuales en la infancia o en las primeras experiencias sexuales, miedo excesivo a contraer una enfermedad de transmisión sexual o a un embarazo, abusos sexuales en la infancia, creencias sexuales erróneas.
  • Otras alteraciones sexuales: eyaculación precoz, parafilias, problemas de orientación sexual…
  • Actitud expectante y ansiedad por el rendimiento.
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